Capítulo 6 parte 2
Traductor/Editor: Mermelada.
Corrector: Crys
Gunnar demostró ser del tipo convidador. Él bebió y habló sin parar, combinando chismes de la ciudad con sus propias historias de guerra elaboradas. Me preguntó para que regresara pronto, prometiéndome todo tipo de descuentos para su Hermano Oscuro. Cuando le pregunte por alguna herramienta para necro, me dio una mirada escéptica y meneó su cabeza.
“Me dedico principalmente a las armaduras de acero pesadas. Las mallas de cadena son el límite máximo. Pero ustedes los hechiceros, no usan ni siquiera el cuero, solo harapos de mierda. Es lo mismo con las armas. Un escudo, una espada larga, un mazo –todo esto te lo puedo conseguir– conviértete en un Caballero de la Muerte y te equiparemos como nunca lo creerías, tampoco te costará mucho. Tengo cosas interesantes aquí.”
Para probar su punto, saltó de la mesa y desapareció dentro de la trastienda. Regresó casi inmediatamente con un bastón de hueso que se veía raro, todo esculpido y grabado con oro y plata –o podía ser de oro sólido, no podía saberlo– Gunnar presionó alguna protuberancia, provocando que la punta del bastón explotará en una deslumbrante flama negra. Crispó y se engulló toda la luz alrededor, creando un semi-esfera oscura, de unos cuantos pies de diámetro.
Escudriñe el objeto:
Bastón de la Flama Oscura.
Tipo de objeto: Raro.
Efecto 1: +5 de Intelecto, +5 de Fuerza, +3 de Constitución.
Efecto 2: Eleva en +3 el nivel de las creaturas cuando se está sosteniendo.
Efecto 3: Las criaturas despertadas manejan +10 de daño por fuego.
Efecto 4: Cada ataque de la criatura despertada tiene un 2% de incinerar al objetivo, agregando 210 puntos de Daño.
Restricciones de clase: Solo Caballeros de la Muerte.
Que belleza. Desearía tener dos de ellas. En realidad, si ciertamente tuviera dos, ¿Sus efectos se sumarían?
“Oh wow, ¿Cuánto cuesta?”
El semblante de Gunnar se oscureció. “Si no fuera por la restricción de clase, podría costar al menos quinientos o seiscientos. Pero ahora mismo ¿Quién la necesitaría en este maldito agujero? Es tuya por cien. En serio.” Se emocionó tanto que derramó una copa de vino y ni siquiera lo notó. “En las Tierras Oscuras, la venderás por dos de los grandes.”
Meneé mi cabeza, decepcionado y arrojé mi delgada billetera en la mesa. Maldición. Un Necro mataría por un bastón como este, mientras que un Caballero de la Muerte no sabría ni qué hacer con él. Las mascotas de los Caballeros eran muy débiles, así que invocarlos con tan sólo diez niveles más, no hacía mucha diferencia. Además de que un Caballero sería estúpido por usar únicamente un arma de una mano, en lugar de sostener un escudo o espadas a dos manos. Que lastima.
En general, disfrutamos de la compañía del otro y nos separamos siendo ya casi amigos. Revisé 2 veces mi dirección hacía los 3 Cerditos e, inclinándome, continúe mi camino. Se estaba poniendo oscuro y en serio tenía que encontrar algún lugar para pasar la noche.
La posada no fue difícil de encontrar. No podrías pasar por alto el enorme letrero con 3 personajes bailando, viéndose felices como cerdos en la porquería.
La puerta se abrió hacía una muy brillante habitación principal. Grande y limpia, estaba abarrotada con mesas y, con lo que se podía ver, confortables asientos. Cerca de 40 personas –en grupos y solos– estaban ocupados masticando, bebiendo, hablando y riendo. Y había suficiente espacio libre, como para 3 veces más esa cantidad de clientes.
Nadie me puso mucha atención, incluso con mi desaliñada apariencia, sobre saliendo en este cuarto lleno de jugadores de nivel alto. Me acerqué a la barra y me dirigí al imponente tabernero.
“Buenas tardes, señor. Me preguntaba si podría rentar un cuarto para pasar la noche.”
Él me ojeo con una mirada irónica y continuó puliendo un tarro de cerveza, esperando a que me fuera.
Levanté una ceja. “¿Hay algún problema?”
El tabernero replicó mi expresión, haciendo que mi corazón diera un tirón lleno de celos. “¿No vas preguntarme por algún trabajo? ¿Lavar los platos o cortar la madera?”
“No lo creo… Señor. Siempre puede alquilar un androide chino para que haga sus quehaceres. Ellos lavarán sus platos por una noche, cortarán su madera por una semana o apuñalarán a un tonto con una espada de madera por un mes. No es algo que me interese en lo más mínimo. Prefiero pagarle.”
El tabernero se rio entre dientes, complacido con la respuesta. “Esa es la forma de hacerlo. No te ofendas, niño. Los tenemos de todos los tipos aquí,” Hizo una barrida con su mano en el aire, “Los pequeños ayudantes de Santa… Ellos se salpican todo con los trapos de la cocina hasta que aprenden que este tipo de misiones –La inmersión completa, si te importa– termina justo después del atardecer, así que desaparecen incluso antes de que puedas atrapar sus nombres.”
“Con toda honestidad, señor, a menudo soy tan perezoso como para llevar mi taza de café hasta el fregador. No es que este orgulloso de ello, pero te da una idea de mi opinión sobre ese tipo de misiones, si entiende lo que quiero decir.”
“Totalmente. Tengo justo la habitación para ti. Escueta, pero limpia. Perfecta para una noche o para tener donde poner el equipaje. Una moneda de oro por noche. Con todo respeto, no puedo darme el lujo de dejarlo más barato.”
Agité mi cabeza con incredulidad. No quería mucho, ¿No?
Viendo que me encontraba en la estacada, el anfitrión dio un paso más allá en su habilidad de persuasión. “La cena va por la casa. Simple, pero llena. Lo más seguro es que nunca has probado una cerveza como la que tenemos nosotros aquí.”
Muy bien, muy bien, él gana. Saqué mi pieza de oro y la tiré en la barra.
En devolución, recibí una diminuta llave y una especie de advertencia. “Habitación 10, 2º piso. No vayas escaleras arriba. A los de los pisos 3 y 4 no les gusta ser molestados. En caso de que no lo sepas, Los Cerditos es propiedad de los Antiguos. El clan de los digitalizados, justamente como la mayoría de nuestros clientes. Así que muestra algo de comprensión. Ellos no juegan: ellos viven aquí. Ve y siéntate en una mesa, la cena estará en un minuto.”
Gran sincronización. Asentí con total comprensión y tome lugar en una mesa vacía.
Un par de minutos después, una linda mesera me trajo una cerveza y un tazón de pepinillos. No tenía hambre luego de toda la hospitalidad de Gunnar, pero cuando me trajeron un plato de papitas fritas… En serio, amo el mundo virtual, que te permite llenarte como un tonto sin aumentar una onza. No era tu chatarra de papas a la francesa que consigues en el puesto de la esquina, sino que como Dios manda, estas papas estaban fritas llenas de grasa en un pesado sartén de hierro con generosos montones de puerco picado y cebollas… Por los siguientes quince minutos, estuve absorto de ambas realidades.
Estaba sentado ahí, felizmente atiborrado, terminando mi segunda cerveza, cuando la puerta se abrió y dejó entrar a una extraña pareja. El hombre, alto y tosco, repleto de armas y armadura, entraba pisoteando con una delgada Elfa a su paso. Ella correteaba toda la distancia, pegada de la mano del hombre.
Respondiendo al saludo de los clientes mientras caminaba, el hombre le entrego a la Elfa un gong enorme en el centro de la habitación. Él alcanzó el mazo y se lo ofreció a la chica, sonriendo. Al él asentir, ella estrujó sus ojos al cerrarlos y golpeó el gong con todas sus insignificantes fuerzas. ¡BAAAANG!
El sonido aún resonaba en las esquinas cuando los clientes se levantaron, aplaudiendo. Los lugareños se veían que sabían que estaba pasando. Solo un par de extranjeros como yo, mirábamos alrededor con sonrisas confundidas.
El hombre levanto su mano pidiendo silencio. “Mis amigos. Como todos ustedes han deducido, tenemos una nueva recién llegada. Seamos agradecidos con el efecto perma por nuestras segundas vidas y por esta adorable señorita.”
La audiencia vitoreaba y levantaba sus jarras. El hombre tosco prosiguió, “Solo imaginen que estaba saliendo por la Puerta del Oeste ayer en la mañana y quien diría que vería nada menos que a esta encantadora nueva. Allí sentada abrazando conejitos, alimentándolos con margaritas.”
La habitación estalló en una sana risa. La chica se sonrojó e intentó esconderse detrás de la amplia espalda del hombre. 2 guerreras de aspecto feroz, todas de cuero y espadas, comenzaron a abrirse paso hacia ella desde las mesas del fondo. Ellas dieron vueltas alrededor de la chica, susurrando, acariciando y consolando.
“¡Entonces! Anoche estaba regresando de la guerra, por el mismo, la misma puerta. Y ahí estaba ella, la pobre desdichada, aún de nivel uno, atrapando mariposas. Lo realmente divertido fue la forma en la que corría, algún tipo de tambaleo, como un pato con ambas patas rotas. Muy bien, pensé. Esta mañana salí de nuevo a farmear. Y este personaje de aquí estaba acurrucada a la pared durmiendo. Ella mostraba todas las señales. Ella era perma. Ella es una de nosotros ahora. ¿Cuál es tu nombre? ¿Lana? ¿O prefieres Lanileth? ¿Qué tal unas cuantas palabras sobre ti misma?”
La chica vaciló por un momento. Entonces se armó de valor y habló suavemente.
“Mi nombre es Lana. Tengo dieciocho. Tengo parálisis cerebral desde mi nacimiento. Cuando mis padres se enteraron que no podría caminar, me entregaron a una institución y legalmente me desheredaron. Cuando cumpliera los dieciocho, se suponía que conseguiría una casa de interés social. Pero la nueva ley ha cambiado a una compensación monetaria. Tenía algunos amigos quienes prometieron ayudarme. Ellos tomaron el dinero y desaparecieron. Yo… estaba leyendo foros de personas discapacitadas, buscando una forma para acabar con mi vida sin dolor. Y en vez de eso, encontré este hilo sobre el perma. Hice algunas preguntas, los miembros del foro sugirieron unos cuantos nombres y direcciones. Fui a algunos salones perma de bajo-mundo. Me dieron algunos papeles a firmar. Les di el resto del dinero. Y aquí estoy…”
La chica le regaló una tímida sonrisa a la habitación. El tosco guerrero le palmeó el hombro, se quitó su brillante brazalete de oro y lo deslizó en la muñeca de la chica. Inmediatamente el brazalete se encogió hasta ajustarse, como si siempre le hubiera pertenecido a ella.
“Un regalo. De otra forma te tomaría algo de tiempo el comprar algo si solo limitas tu leveleo a la habilidad de abraza conejos.”
La audiencia aclamó con aceptación. Una línea de donadores se formó, regalándole a la chica una delgada daga de hoja morada, una pila de piezas de oro; alguien puso un par de aretes en la mesa frente a ella, luego un anillo, y después otro anillo, que brillaba con una gema de apariencia extraña.
No tenía nada que darle, pero tuve una idea. Camine puerta afuera y regrese en un minuto con un ramo de pequeñas y simples flores azules que crecían a lo largo de la valla. Complacieron a la Elfa un montón. Se sonrojó y ocultó su rostro en las flores, aparentemente poco acostumbrada a la atención humana.
Mis rodillas cedieron cuando una pesada mano palmeó mi hombro. El hombre tosco, que ya atendía una jarra de cerveza, me dio una amplia sonrisa. “Bien hecho. Estoy seguro que ella apreciará eso. Aquí, olvidamos que las chicas quieren flores, no frío acero.”
Ahora era la oportunidad para hablar con un lugareño. Un lugareño digitalizado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario