Capítulo 93 Parte 1 - El ataque de la belleza (1)
Traducción: Koh
Edición: Flor 2
Corrección: Crys
Fuera de la pagoda, Feng Cang frunció el ceño. Una hora ya había pasado. Aunque solo era una hora, ¿Por qué su corazón se sentía tan vacío? Parecía mas bien como si Murong Qi Qi se hubiera marchado por un largo tiempo.......
“Príncipe, este subordinado hizo lo que ordenó y desplegó las tropas aquí. ¡Ahora, incluso ni una mosca podrá volar fuera de este templo de Buda!”
Ji Xiang explico mientras sostenía un paraguas negro para proteger a Feng Cang del viento y la nieve.
"¡Bueno!"
La mirada de Feng Cang se habia quedado en la pagoda frente a él. Desde el momento en que Murong Qi Qi había entrado a la pagoda, comenzó a nevar. La nieve era como una pluma de ganso, volando por todas partes. Originalmente Ji Xiang quería que Feng Cang descansara en una habitación del templo, pero el insistió en esperar hasta que Murong Qi Qi saliera.
Las capas y capas de piedra negra era lo que conformaba el sótano de esta imponente pagoda. Debido a que la edad de este templo era algo antiguo, el musgo moteado creció en esas piedras negras. Eran como huellas dejadas durante todos estos años y grabadas profundamente en la pagoda. Ahora en la nieve, la pagoda se volvió turbia, como si la pagoda llevara un abrigo misterioso, haciendo que la gente no pudiera ver su sinceridad.
Se dice que esta pagoda había sido construida por el último emperador del antiguo imperio Qin y había tardado en construirse 20 años. Originalmente, no se llamaba la pagoda espantadora espíritus malignos. Era solo que cuando en el harén del antiguo imperio Qin apareció un demonio zorro de 9 colas, el antiguo emperador Qin invitó a un maestro a que atrapara al demonio zorro y lo sellara en esta pagoda. Entonces, así consiguió este templo el nombre de pagoda espantadora de espíritus malignos.
Sin embargo, era solo una leyenda. ¿Cómo podría existir un demonio zorro en este mundo?
Más tarde, el antiguo imperio Qin fue destruido en una noche y todos los tesoros del palacio desaparecieron; en ese momento, hubo personas que dijeron que el demonio zorro había tomado esos tesoros. Después de eso, el templo budista fue bautizado con el fuego de la guerra quedando en su estado actual.
Todos buscaron en el templo de budista, pero no encontraron ningún tesoro. Además, tampoco hallaron al llamado demonio zorro. Más tarde, el asunto fue resuelto dejándolo sin resolver. El paradero de esos tesoros permaneció desconocido y el templo budista se deterioró más de lo que lo había dejado la guerra.
*Silbido...... silbido......*
Un estallido de sonido en la nieve se extendió. Un viejo monje con la espalda torcida barrió la nieve en el suelo con una escoba vieja de paja. Aunque el templo budista cayó al fondo desde su periodo dorado, este templo aún mantenía a algunos monjes. No muchos, solo una docena y en su mayoría eran personas mayores.
Las cejas grises de este monje se tocaron en la esquina de sus ojos, su barba gris colgaba de su pecho y su estatura era algo baja y delgada, con una cara fea. Su ropa estaba gastada, con parches por aquí y por allá, pero aun así los parches se habían cocido de forma aproximada. Sus manos con dedos delgados, parecían como si fueran delgadas ramas mientras apretaba la escoba.
*Silbido ...... silbido......*
Silenciosamente, la escoba perforada en la nieve.
Cuando el monje, mientras barría la nieve, llegó al lado de Feng Cang, levantó ligeramente la cabeza. Miró a Feng Cang una vez, pero no dijo nada.
"¡Lo siento!"
Feng Cang dio un paso atrás para dejar que el monje pasara y se paró al otro lado. El monje no dijo una palabra. Mantuvo la cabeza baja y continuó barriendo y limpiando cuidadosamente el suelo.
"Ji Xiang, cuando volvamos, que alguien envíe algo de comida, vegetales y huevos al templo budista. Además, deje que alguien le envíe algo de ropa y también algo de algodón. ¡Pronto, será un nuevo año! ¡Que los monjes en el templo también tengan un buen año!"
"¡Sí! Este subordinado lo recordará."
El viejo monje oyó la voz de Feng Cang muy claramente, pero aun así el no dijo gracias y no se detuvo. En cambio, continúo barriendo la nieve y lentamente se fue.
"¡El príncipe es bondadoso!"
Jia Lan se rio y pisó el suelo limpio caminando hacia Feng Cang.
"Parece que los rumores son falsos. Aunque el príncipe demonio Feng Cang tiene una cara fría, también tiene un corazón cálido."
"¡Presuntuoso!"
Al escuchar a Jia Lan usar ‘príncipe demonio’ para llamar a Feng Cang, Ji Xiang gritó con enojo. Estaba a punto de sacar su espada, pero Feng Cang la detuvo al levantar su mano.
"¿Tienes algo que decir?"
La mirada de Feng Cang no se movió ni un centímetro de la pagoda. Deseó que su mirada pudiera penetrar a través de las gruesas piedras negras y ver a Murong Qi Qi, especialmente ahora porque no sabía porque piso habría llegado ella. ¿Cómo podría saber si todavía estaba segura o herida?
"Solo vine a preguntarle al príncipe por qué la tropa águila rodeó el templo budista."
Sin importar cómo fuera la otra parte, Jia Lan todavía mantuvo una sonrisa inmutable. A veces podía hacer que la gente se enojara tanto que le castañetearan los dientes y desearían poder golpear esa hermosa cara.
Feng Cang extendió la mano y apretó un copo de nieve en la punta de sus dedos. Miró de reojo a Jia Lan y reveló una sonrisa que podría tentar al mundo entero.
"Si algo le sucede a la querida consorte de este príncipe, este príncipe dejará que todos la acompañen en la muerte, incluyéndote a ti..."
La sonrisa de Feng Cang fue tan diabólica, que hizo que Jia Lan perdiera su alma. Cuando recuperó los sentidos, Feng Cang ya se había dado la vuelta y continuaba mirando la pagoda.
‘¡Diablo!’ Esta fue la evaluación de Jia Lan de Feng Cang en su corazón.
Habia llegado a la ciudad de Yong Zhou el día anterior y también había tenido la suerte de haber visto a Feng Cang algunas veces. Antes de esto Jia Lan, solía pensar que esos rumores eran falsos. Incluso cuando lo vio por primera vez, no había sentido ninguna aura asesina en Feng Cang y ciertamente dudaba del título ‘príncipe demonio’ que este poseía. Aludiendo que era la gente la que exageraba.
Pero esa sonrisa de ahora y esa mirada hicieron que Jia Lan finalmente sintiera que la reputación de Feng Cang no era en vano.
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