Capítulo 5 parte 3 (El Noble Caballero en Ropa Interior)
Traductor/Editor: Mermelada
Corrector: Crys
En el momento en que me acuclillaba sobre mi maleta, una jugadora corrió colina arriba, arrastrando un sequito de 4 gnolls. Rodó cuesta abajo y se giró para enfrentarse a los mobs. A pesar que era de nivel 11, se veía que había agarrado más de lo que podía manejar: un superintendente de nivel 7 y 3 trabajadores de nivel 5.
No se veía que la elfa supiera que estaba haciendo. Un montón de mobs de nivel bajo no le darían tantos botines ni experiencia.
Un gruñido provino desde su espalda. Un gnoll mensajero se apresuró en ir con sus compañeros para ayudarlos y unirse a la pelea. La elfa se dio cuenta de la nueva amenaza y agitó su cabeza con espanto. Nuestras miradas se encontraron. Observó mi vergonzoso título de nivel cinco, mordió sus labios y se arrojó de regreso, a lo que ahora se veía como una batalla sin esperanzas.
Hurgué profundamente en mi maleta y saqué la daga y un par de Piedras Alma, no había tiempo para escudriñar por el resto de cosas. Mi mana estaba al 75%, no era mucho, pero no puedo permitir que una señorita sea destrozada justo en frente de mí. Ya he hecho suficientes advertencias visuales en la vida real, pretendiendo que no tenía nada que ver en las peleas de parejas de otros.
Invoqué una mascota –solo un zombie de nivel 3, maldición–. No tengo tiempo, ni mucho menos mana para despertar a otro. ¡Rover, ataca! Intenta atraer a uno o dos gnoll, amigo, aun si es por un momento.
El gnoll que no había recibido un solo golpe hasta entonces, ni había otorgado nada de aggro, cambió su objetivo hacia el zombie con facilidad. Escogí al mensajero más débil y lancé un DoT. En ese momento, empuñando la daga y las Piedras Almas sobrantes, me abalancé hacia el combate cercano.
La elfa no apreció mis esfuerzos. Sacudió su flequillo fuera de su vista y vociferó con brusquedad, “¡Huye, idiota!”
“Relájate, nena. Lo lograremos.” Le grité. Ella encogió los hombros y continúo peleando.
La cosa iba ahora más rápido. Un gnoll colapsó, acuchilleado por la chica. El zombie gruñó y pasó a ser un fantasma. Mi oponente aún se mantenía con vida. Éramos 2 contra 4.
Durante toda la breve batalla me la pasé lanzando Life Absorption, con el propósito de matar a mi gnoll tan pronto como pudiera. Esto explicaba el por qué había terminado con la vida hasta el máximo y solo con el 25% del mana. El gnoll trabajador –el cual le había pateado el trasero a mi mascota sin fallar más que el 20% de los golpes– ahora centró su atención en mí. Recibí un par de fuertes golpes antes de poder lanzar Deadman’s Hand, me puse en marcha e invoqué una nueva mascota. Éxito. Era de nivel 4.
¡Rover, ataca! Su mana descendió hasta 0. Esperé unos pocos segundos para que la mascota ganará algo de aggro, furtivamente me coloqué atrás del gnoll y me puse el premio agujereado que me dio Grym para darle un buen uso.
Cuando ya habíamos acabado con todos los enemigos de la elfa, exceptuando a 1, la barra de vida de ella ya estaba parpadeando en la zona roja. Estaba acabada. Sin embargo, esa chica estaba llena de sorpresas. Levanto su espada y escudo y activó alguna habilidad espectacular, restaurando completamente su vida. Aparentemente no era una guerrera, por el contrario, era algún tipo de clase hibrida. Con su pesada armadura de metal, con espada y escudo, ¿Quizá fuera un paladín? La asombrosa habilidad tenía que ser Holy Hands, la cual te permitía curarte completamente una vez cada veinticuatro horas. Recuerdo haber leído acerca de ella en algún foro o algo así. Ella probablemente lo habría logrado sin mi ayuda. Tal vez, o tal vez no.
La húmeda espada se mantuvo cortando carnes. Después de otro minuto de iracundos gruñidos y 2 agonizantes sollozos, habíamos acabado con todos los enemigos, no obstante, todavía teníamos mucho alrededor.
Taali –Ese era su nombre– comenzó a recoger las recompensas de los cadáveres. El auto-traductor del élfico ofreció una sugerencia: ‘Ta’ significa zorro, mientras que ‘Ali’ se refería a una sombra. Un Zorro sombrío.
Aparentemente, no debía perder mi tiempo esperando muestras de apreciación. “De nada.” Murmuré y comencé a vestirme. El murmullo a mi espalda me detuvo y pude, si apenas, escuchar su voz arrepentida.
“Gracias…”
Me giré y le regalé una sonrisa alentadora. “Nada mal para un entrenamiento. ¿Qué paso, algo fue mal?”
Taali se quedó observándome como si se preguntara si yo valía la pena para continuar con la conversación. Sacudió su flequillo nuevamente, mirando de soslayo al sol, descendió hasta quedar en una posición de meditación. Finalmente, se dignó en contestar, “Sí, más o menos. Atraje a unos cuantos de más.”
“¿Cuál es el punto? Prácticamente no dan experiencia, ¿No es así? Ellos son poca cosa para ti.”
Taali se encogió. No parecía ser muy comunicativa. Aunque, su agradecimiento eventual, mostró lo mejor de ella. Sacó un brazalete de gnoll de su maleta y me lo mostró.
“¿Los farmeas?” Pregunté. “¿Son para venderlos?”
Una lágrima brilló en la esquina de su ojo. Mordiendo sus labios, negó con la cabeza y apartó la mirada. Simplemente no lo entendía. Se ponía más triste con cada pregunta. Era mejor marcharse, a menos que quisiera estar retenido por los próximos 30 minutos, sirviendo como un hombro en el que llorar.
Me agaché sobre mis gnolls y recogí mi botín. El gnoll trabajador me dropeó algo de cobre y una bonita piedra azul.
“Lo siento,” no pude evitar preguntar. “Una última pregunta. ¿Tienes idea de qué sea esto?”
La miró escasamente. “Es una laurite. Un objeto raro de dropear. En las tiendas te darán tres de plata por ella.”
“¿Y si se la ofrezco a otros jugadores?”
“Podrían ser cuatro, quizá más. Quienes levelean la joyería, las compran algunas veces.”
Y entonces ella perdió totalmente el interés en mí y miró hacia adelante, meditando, como si esperara que los puntos de mana se restauraran. La chica podría acostumbrarse un poco más a estar animada. Toqueteé la piedra y se la ofrecí a Taali. “Un regalo. Tómalo, de parte de un compañero sobreviviente en combate.”
Ella levantó la mirada hacia mí, sorprendida, y sacudió la cabeza con aparente arrepentimiento. “No, gracias. Quédatela.”
“Solo tómala. Es la 2º que me toca hoy.” Mentí.
La obligué a tomar la piedra entre sus estrechas manos y sonreí. “Bien, entonces, me voy a la ciudad. ¡Buena suerte y que tengas una buena cacería!”
La chica me dio una tímida sonrisa. “Gracias.”
“Vamos, Rover. ¡Grandes hazañas nos esperan!”
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