Capítulo 14 parte 2
Traductor/Editor: Mermelada.
Corrector: Crys
Hice un rápido cálculo matemático y me di cuenta que definitivamente podría pagarlo de mi bolsillo por 6 días con facilidad. Olvídalo. Comenzando desde mañana deberé entrar en una dieta. Una comida al día debe ser suficiente.
Él estaba de regreso con mi orden el doble de rápido: He conocido restaurantes con un servicio más lento. Las cadenas de metal resonaron nuevamente como si ellos arrastraran a la sabuesa hacia una esquina lejana. El guardia se apresuró en traer una gran bandeja de comida hacia el interior de mi celda y salió corriendo, aparentemente no confiaba en sus compañeros de mesa.
La cosa encadenada estaba de regreso igual de rápido, olfateando el olor a carne en el aire. Tome uno mirando hacia el interior de sus hambrientos ojos. Murmuré: “Fue un buen trabajo el ordenar algo extra para evitar su mirada babeante.”
Cogí un bistec enorme, solo dorado y chocolate en el exterior, y lo arrojé con fuerza hacia la bestia perro. Los dientes resonaron. Y luego escuché el feliz mordisqueo en la oscuridad.
“Eso es, nena, mastica todo lo que quieras. Ahora vete. Déjame comer mi parte en paz.”
El sabueso me lanzó una mirada fija llena de significado. ‘Te lo agradezco, Oscuro’ resonó en mi cerebro. Me estremecí y derramé mi té, a lo que se olió un aroma placentero. No podía ser telepatía, ¿verdad? Rayos. Hay malditos mutantes por todas partes.
Me comí mi cena tardía meditando acerca de la información que había recolectado. Entre más lo pensaba, más me gustaba la idea de ser un Caballero controlador de mascotas. Simplemente no podía encontrar una falla en mi lógica. Pero si es así, ¿Cómo fui el primero que surgió con la idea? ¿O puede ser debido a que nadie antes de mí había atinado a la suertuda combinación de un Hechicero de la Luz teniendo un paseo gratuito al nivel 30? Olvídenlo. Alguien siempre tenía que ser el primero, ¿así que por qué no yo?
Baje la jarra del té herbal –bastante decente, tenía que reconocerles eso– me recosté de nuevo en la cama y abrí el menú de personaje.
¡Atención! Has escogido especialización: Caballero de la Muerte.
Puedes usar cualquier tipo de armadura, escudos y armas.
Árbol de habilidades disponible: Fuerza
Árbol de habilidades disponible: Debilidad
Árbol de habilidades disponible: Furia
¡Haz alcanzado el nivel 30! ¡El árbol de habilidades Invocaciones está desbloqueado ahora!
¡Haz alcanzado el nivel 30! ¡El árbol de habilidades Sangre está desbloqueado ahora!
¡Haz alcanzado el nivel 30! ¡El árbol de habilidades Muerte está desbloqueado ahora!
El árbol de habilidades de Fuerza era todo acerca de usar varias armas, golpes de aggro, combos y tales cosas.
El árbol de habilidades de Debilidad: Varios debuff bajadores de parámetros, para ambos, los solitarios y los grupales.
El árbol de habilidades de la Furia: Principalmente para buff personales, incluyendo buff de velocidad de ataque, buff de impactos y esos.
El árbol de habilidades de Invocaciones. Mi mayor área de interés, era prácticamente idéntico al de los Nigromantes.
Tanto el de Sangre y como el de Muerte, pues bien estaban rezagados 20 niveles atrás de las del Necro. Nada que pudieras hacer respecto a eso. No puedes vencer a un Necro en su propio juego. Pero aun así, mi reciente experiencia con Hummungus había mostrado que una mascota de nivel alto podía fácilmente fortalecer el nivel de su propio controlador.
Muy bien. Me cambié a Características. Mi falta de Fuerza se estaba convirtiendo un poco en un asunto. Los 10 puntos que tenía eran un insulto: solamente tres o cuatro objetos de armadura de placas podrían enviarme hacia la sobrecarga. Tenía que tener Fuerza al 40, como mínimo –50 estaría aún mejor. Una forma sería claramente invertir unos cuantos puntos en ello. Pero entonces no sería diferente de cualquier otro Caballero y mi meticuloso ahorrado de puntos se habrá ido por el desagüe. La lógica dictaba que si ambos, la constitución y los bonos de clase, se mantenían creciendo al subir de nivel, entonces todo lo que necesitaba hacer era esperar otros treinta niveles o hasta que el desbalance se corrija por sí solo. Para el momento en que sea nivel 100, Fuerza alcanzaría naturalmente el nivel 80 y aquello estaba dónde quería que estuviese. No necesitaría más, no iba a estar blandiendo mucho la espada, de cualquier forma.
Todo esto significaba que tenía que tomar una ruta diferente –la cual prometía considerablemente mucho más dolor en la espalda, pero ofrecía el mejor resultado una vez alcanzará los niveles más altos. No iba a invertir nada en Fuerza, sino que puedo comprar unos cuantos anillos con modificadores de Fuerza. Dios sabía que los necesitaba.
Ahora, Constitución. En una mano, era casi una copia al carbón de la Fuerza. En la otra mano, aunque, entre más golpes tuvieras, más alto eran tus probabilidades de sobrevivir en una batalla. El desbalance era obvio: al nivel 30, mis 140 de Vida podrían durarme tres golpes, cuatro máximos. Hice callar a mi gritón cerdo codicioso interior e invertí 25 puntos en Constitución.
Agilidad. Si esto significaba ser un toro en una tienda de porcelana, pues que así sea. Era el parámetro más inútil de esta etapa, no se merece ni un solo punto.
Por últimos, pero no menos importantes: Intelecto y Espíritu. Vertí todo lo que me quedaba en ellos, escala de dos a uno. Ahora mi panel de personaje se veía de esta forma:
Clase: Caballero de la Muerte.
Nivel: 30
Fuerza: 10
Intelecto: 139 (mana = 1390)
Agilidad: 0
Espíritu: 70
Constitución: 39 (Golpes = 390)
Mucho mejor. ¡Uf! Suficiente por hoy. Tiempo de apagar las luces. Mañana ya veríamos.
Me pasé la siguiente mañana descansando perezosamente en la cama. La maravillosa sensación de fin de semana estaba de regreso. Ningún lugar al que apresurarse, sin agendas ocupadas y un buen y grande desayuno para esperar con ansias. La cosa más cercana a un crucero de placer. Hablando del diablo, oí la comida llegar.
Las cadenas resonaron metálicamente. Los barrotes se abrieron de golpe. Una bandeja llena de comida sobre el taburete a un lado de mi cama, empezó a elevar en el aire sus sabores. El guardia no pareció muy feliz cuando oyó que no habría otra orden hasta mañana en la mañana. Estos bastardos eran unos malcriados y mimados. Pronto no cabrían por el marco de la puerta.
Los ojos hambrientos de la sabuesa hicieron su aparición tan rápido como levanté la tapa de la fragante carne asada.
“Escucha, dulzura, si te consiento ahora, ¿qué vas a hacer en una semana, cuando yo ya no esté aquí?”
‘¡Comida!’ resonó en mi cabeza.
“Serás descarada,” me reí entre dientes. “¿Crees que podrías aprender primero algo de buenos modales?”
‘¡Comida! ¡Yo! ¡Hambre!’
¿Qué podrías hacer al respecto? “Allí, tómalo, eso pudo haber sido mi cena, por si te interesa. ¿Crees que podrías mostrarme alguna salida secreta, en agradecimiento? Una vez libre, podría conseguirte un venado entero, ¿Qué dirías a eso?”
En respuesta, una ola de tristeza inundó mi cerebro –imágenes vagas de una meseta sin fin cubiertas de pliegues de lava solidificada.
“¿Ese es tu hogar? Lo siento, nena. No quise sacar a relucir eso.”
Mecánicamente extendí mi mano y rasqué a la sabuesa detrás de la oreja, justo como lo haría con cualquier otro perro. Nos dimos cuenta de lo que ocurría al mismo tiempo y ambos nos congelamos, asustados de quebrar el frágil balance. Entonces la creatura inclinó ligeramente su cabeza. La armadura que cubría su cuello se abrió con un leve crujido, exponiendo su pelaje de antracita*.
(T: La antracita es un carbón mineral de textura fina y de color negro o gris brillante.)
“¿Quieres que te rasque un poco más?”
Cautelosamente esponjé el pelaje de su cuello, rezando por que no fuera la última vez que viera mi mano. La sabuesa gruñó como un generador de petróleo. Mi cabeza fue llenada con imágenes de un acogedor nido lleno de cachorritos todavía ciegos y de la enorme madre perro lamiéndolos para limpiar las aun suaves uniones de sus futuras armaduras.
“Se siente bien, ¿eh?” Casi envidié a la bestia.
La mimé por un rato, y entonces empuje con suavidad su cabeza. “Suficiente. Déjame desayunar algo también. Recoge tu filete ahora antes de que las hormigas lo agarren.”
Luego de una comida abundante, tuve un momento de compras de calidad gastando mis puntos de Talento.
Primero, agarré Life Absorption, Deadman’s Hand y DoT y les subí un nivel. Un poco cómico, solo era suficiente para un Necro de nivel 10. Sin embargo, tenía que concentrarme en la mascota. Él era mi arma principal. Cambié a la rama de Invocación y gasté tres puntos incrementando el nivel de la creatura invocada. Solo tenías la oportunidad de hacerlo una vez cada diez niveles, así que era mejor usarlo cuando se podía. Ahora la mascota invocada sería por defecto tres niveles más alta.
Siguiente. Una curación para mi zombi. Esto era algo que realmente necesitaba. Ahora el equipo de raid estaba completo: Era tres puntos más pobre, pero al menos tenía un tanque y a un curador. El tiempo de casteo era muy largo, casi tres segundos, y solo restauraba 170 puntos de golpes, pero de ninguna forma en la que lo vieras yo era un curador. Entonces gasté tres preciados puntos más en habilidades pasivas.
Intelectual: La creatura invocada recibe 5%*3=15% de la experiencia de la creatura asesinada.
Vampiro: La mascota recibe de regreso 1%*3=3% del daño infligido como puntos de vida restaurados.
Filtración: La mascota tiene un 0.1%*3=0.3% de probabilidades de recibir una de los ataques especiales o habilidades de la creatura asesinada.
2 comentarios:
Gracias ^^
Me encantan! Muchisimas gracias!
Publicar un comentario