lunes, 22 de octubre de 2018

Poisoning The World - Capítulo 170

Capítulo 170 – El es su Ingrediente (3)


Traducción: Crys
Edición: Perlita
Corrección: Flor y Crys


La carne del niño se sentía tierna como una raíz de loto, haciendo que quisiera darle un mordisco. Sin embargo, ella no quería herirlo.

Aunque la espada corta todavía estaba presionando en su cuello, se comportó de manera apropiada.

Él suspiró débilmente y dijo: "Entonces libérame y te daré ginseng."

Su agarre sobre él era tan fuerte que ni siquiera podía retirar su mano.

"¡Si te libero, escaparás!" Ning Xue Mo no aflojó su agarre. "¡Simplemente quedate quieto de esta manera!"

El niño pequeño no dijo nada.

Al final, el pequeño apretó los dientes antes de hablar: "Ten la seguridad de que este ni-... ¡no huiré! Entonces, suelta una de mis manos y te daré un ginseng de 100 años."

Ning Xue Mo sospechaba un poco, este niño había sido increíblemente astuto anteriormente. La había hecho correr grandes riesgos, por lo que no tenía más remedio que mantenerse en guardia.

Ella reflexionó por un momento y soltó una de sus manos, la que estaba atada con un hilo rojo: "¡Date prisa! ¡Si te atreves a jugar algún truco, te cortaré la cabecita!" La joven movió su arma hacia su garganta para amenazarlo.

Él realmente no tenía la intención de jugar ningún truco. Su pequeña mano acarició ligeramente su doudou, y luego apareció un ginseng bastante grueso.

Los ojos de Xue Mo se iluminaron y levantó la mano para recibir el ginseng.

Ese ginseng debe tener 100 años de antigüedad, visto por su forma completa, cuán blanco y gordo era, y cómo incluso las borlas tenían más de varias raíces.

La chica sonrió al punto que entrecerró los ojos. Con este ginseng, podría comer hasta saciarse y no necesitaría permanecer hambrienta por un tiempo.

Parecía que el niño en su seno era un verdadero niño ginseng. Si este no fuera el caso, ¿Cómo sería capaz de extraer un ginseng simplemente tocando su doudou?

¡Ella realmente encontró un tesoro!

¿Podría ser que su doudou sea un tesoro de cientos de tesoros?

Él le dio unas palmaditas, y apareció un ginseng, luego, ¿Qué pasaría si ella lo palmeaba?

Ning Xue Mo pertenecía a la categoría de personas etiquetadas como hacedoras; si pensaban en algo, lo harían de inmediato. Por lo tanto, ella también palmeó el doudou...

El resultado fue... ni siquiera apareció un camarón.

Sintiéndose en ese momento confiada, le dio unas palmaditas en todas partes: de arriba a abajo, pero sin mirar dónde estaba acariciando, dándole así unas cuantas palmaditas accidentalmente donde no debía...

Al principio, el niño tenía una sonrisa que no era una sonrisa real y miraba sus travesuras; pero en este momento, su expresión cambió mientras las puntas de sus dedos formaban un misterioso sello.

Un rayo de luz blanca brilló frente a sus ojos. Deslumbrada, inconscientemente ella cerró los ojos. De repente, sus brazos se encontraron vacíos. Abrió los ojos a toda prisa, pero el niño ya había desaparecido.

'¡M**rda, todavía lo dejo escapar!'

Xue Mo saltó de la roca y miró apresuradamente el suelo a su alrededor.

En general, cuando un niño ginseng intentaba escapar, usaba un método de escape terrestre, por lo que sólo podía haber escapado bajo tierra...

Sin embargo, el suelo alrededor de ella era una amplia extensión de abundante y fragante hierba, incluso un agujero decente no se podía ver.

Ella miró el hilo rojo atado en su meñique. El otro lado del hilo estaba atado al niño ginseng, corrió hacia quién sabe dónde, se balanceó en el viento y revoloteó en el aire.

Una vez más, trató de encontrar la dirección en la que él escapo, pero no importaba cómo buscara, nada salió de ello.

Suspiró y se sentó en la gran roca una vez más.

'¡Huye, entonces!' La verdad era que aunque él siguiera en sus manos, no estaba muy segura de lo que quería hacer con él.

Después de todo, ella no quería morderlo ni comerlo, y cargarlo era engorroso.

Afortunadamente, le había dado un ginseng que debería ser suficiente para mantener su hambre a raya.

Temía que el niño ginseng estuviera haciendo travesuras, así que pinchó el ginseng con una aguja de plata y confirmó que no había veneno. Esto significaba que podía disfrutar su comida.

De hecho, estaba extremadamente hambrienta. El ginseng era tan grande como un pequeño rábano, pero no le llevó mucho tiempo devorarlo todo. Finalmente, la chica fue capaz de calmar su hambre.

Ese niño no la engañó. Le dio un ginseng que parecía tener al menos 100 años.

Como acababa de salir del agua, sumado al hecho de que la temperatura era mucho más fría a esta gran altura, su cuerpo entero estaba helado hasta el punto de que casi no podía dejar de temblar.


1 comentario:

NoraGo dijo...

GRACIAS POR EL CAPÍTULO!!!

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