Capítulo 13
Traductor/Editor: Mermelada.
Corrector: Crys
La sala del tribunal era imponente. Enormes columnas soportaban el siniestro techo en relieve. Una pequeña plataforma en el medio de la sala estaba erguida para mantener al acusado y a sus guardias. Sobre ella se asomaba de forma impresionante un podio monumental para el juez, que a la vez, ejercía como un fiscal.
Allí estaba ahora, restregándome los pies, encasillado por diversos guardias corpulentos. De vez en cuando echaba un vistazo para arriba, hacia el juez, o miraba escrutadoramente hacia las pinturas que cubrían las paredes y el techo. El fiscal pontificó, recitando mis crímenes. Aunque no podía extenderse para siempre porque el tiempo era dinero y los juegos no son una excepción. No podía arriesgarse a perder el interés de la audiencia en el majestuoso escenario, ni en el caso en sí mismo. El juez se pausó e hizo un esfuerzo en alcanzar un nuevo rollo de pergamino, acerca de invocaciones.
“En el rigor de la evidencia y considerando que estas ofensas se cometieron por primera vez, condenamos a Laith, el Hechicero, en sus múltiples cargos a 10 días de encarcelamiento. El acusado se le será denegado cualquier uso de habilidades mágicas y el contacto con el exterior por la duración de la sentencia. Al expirar el encarcelamiento, todos los cargos serán prescindidos y la reputación será parcialmente restaurada.”
El juez se detuvo y me dio una mirada significativa al mirar por encima de su rollo de pergamino. ¿No solo podían ejecutarme o algo así? Córtenme la cabeza, entonces la siguiente cosa que sabré sería estar de regreso a mi punto de spawn, fresco como una margarita. Pero ahora ellos me encerrarían en alguna mazmorra o parecido y estaría atascado ahí por 10 días, como una jirafa en un zoológico.
El juez estudió mi amarga expresión y levantó un dedo hacia el techo.
“Pero bajo el edicto de su Alteza, el Rey Sol, un criminal acusado por primera vez de abusar de sus habilidades mágicas puede ser indultado.”
Agudice mis oídos. Esta tenía que ser su versión del policía bueno y el policía malo. Ahora ellos me reanimaran a que cante como un canario.
No estaba muy equivocado.
“Por esta vez, el acusado tiene que reportarle a las autoridades los nombres de aquellos que lo entrenaron en las artes de la magia oscura, así como también aquellos que conocían sobre sus actividades y que fallaron en reportarlas.”
He tenido un gracioso presentimiento de lo que él acaba diecir. Así que ese fue el policía bueno hablando. ¿Y qué tenía para ofrecer el malo? Yo solo tenía la esperanza que no fuera a venir con tortura. ¿Quién escuchó de un jugador, que pagaba con su propio dinero, siendo torturado en inmersión completa? Habiendo dicho esto, Grym, el Ermitaño, había esperado algo de esta clase, juzgando por su voz angustiosa. Probablemente se había imaginado a sí mismo atado a una estaca. No te preocupes, viejo, no voy a venderte río abajo. No es mi forma de arreglar las cosas. Además, juzgando por la forma en la que sus inútiles leyes estaban establecidas, se supone que tendría que traicionar a todos: Tanya, Bug, Cryl, a quien sea. Y ese era un enredo totalmente diferente.
El juez me dio una mirada expectante. Agite mi cabeza. Sin estar terriblemente alterado, continuó.
“El acusado también puede ser digno de ser elegido para ser puesto en libertad bajo palabra de honor si está de acuerdo a pagar una multa de 20 piezas de oro por cada día no vencido del plazo. ¿Deseas pagarle 200 piezas de oro al Tesoro de la Ciudad? En ese caso serás provisto de acceso al banco. Tienes 5 minutos para hacer la decisión.”
El acceso al banco no ayudaría. El hecho propiamente dicho es que mi capital combinada había alcanzado ya unas ciento diez piezas de oro. Más una tonelada de cosas para vender, como brazaletes y el botín del Rey. Pero le había dado el dinero a Tanya, y nadie me permitiría ir de un lado a otro ofreciendo para vender mis cosas. Revise mi lista de amigos. Tanya estaba dormida, pero Bug todavía estaba despierto por ahí. Le mande un mensaje privado.
“Hola, ¿Dónde estás?”
“Admirando el cementerio. Esperando que mi tumba aparezca.”
“Ya veo. ¿De casualidad no tendrías un par de cientos de piezas de oro que me prestes por uno o dos días? Estoy en un pequeño aprieto.”
“Me temo que no, jefe. Tengo unas cincuenta y algo en el banco. Y cerca de veinte en mi cadáver. Más el botín –no sé cuánto sea pero siempre puedo organizar una venta rápida. No doscientas, pero será algo. Mi cadáver estará aquí en una hora y media, más el tiempo que necesitaré para ofrecer las cosas para vender. ¿Eso servirá?”
“Está bien, hermano. El tiempo es un asunto decisivo. Olvídalo. Gracias de todas formas. Estaré AFK por un tiempo. Solo pon mi tajada aparte. Yo te encontraré.”
(T: Para los que no lo sepan: AFK significa tener la sesión iniciada, pero estar apartado del teclado.)
“Entendido. ¿Es serio?”
“No realmente. Solo una de estas cosas. Problemas de NPC. Déjalo. Corto y fuera.”
“Cuídate amigo.”
Eso fue todo. Parecía como que tendría que hacer tiempo. Agite mi cabeza hacia la burlona mirada atenta del juez. Él se encogió de hombros: Como desees. Entonces puso el rollo de pergamino a un lado, levantó y aporreó su martillo sobre la mesa.
“La sentencia es efectiva de inmediato.”
La plataforma donde estaba parado resultó ser una almohadilla de teletransporte. Por un breve instante, una luz azul nos envolvió, seguido por un estallido. De repente estábamos parados en una plataforma idéntica dentro de un edificio construido de gruesas losas de piedra.
El mago de guardia tomó mi papeleo de los guardias, los hojeo y asintió.
“Bienvenido al Bastión Gris. Esta será tu casa por los siguientes 10 días. De acuerdo con la sentencia, se te denegará el uso de habilidades mágicas por la duración de tu encarcelamiento.”
Le guiñó el ojo a alguien a mis espaldas. Un collar de acero se cerró de golpe alrededor de mi cuello.
“Este es un Negador Mágico básico. Serás capaz de retirarlo cuando estés listo para dejar este edificio. Por favor, asegúrate de no hacer ninguna estupidez. De ese modo no lamentaras el tiempo de tu estadía en el Bastión. Ahora entregaras cualquier arma, pergamino, artefacto de batalla y cualquier poción que puedas tener. Se te regresarán una vez que la sentencia sea completada. No intentes hacer trampa. Si cualquier objeto ilegal es encontrado en tu cuerpo una vez hayas pasado la garita de seguridad, serán confiscados en favor de la ciudad.”
“Qué panda de idiotas.” Murmuré al revolver en medio de mi mochila. Mi cuello dolía ya que mi nueva pieza de joyería se mantenía contrayéndose. Un jugador normal o se hubiera desconectado por el periodo de su encarcelamiento o simplemente hubiera buscado los miserables veinte billetes para pagar la multa. Solo que yo no tenía ningún lugar al que regresar…
Después de registrar cualquier arma punzante que encontraron en mí, me empujaron hacia una bóveda que brillaba con un débil resplandor. Aprobé sin tropiezos, aparentemente poniendo en tranquilidad a los ansiosos guardias. Era un asesino de Elfos, que querías. Entonces me condujeron por muchos corredores hasta que finalmente llegamos a una enorme puerta de acero. El guardia se entretuvo con la cerradura, balanceó la puerta abierta y me empujó hacia abajo por un largo pasaje delineado con barrotes. No tuve oportunidad de verlo en mucho detalle antes de que un monstruo arremetiera hacia mí.
Sabueso Infernal, nivel 150, la útil interfaz apuntó. Retrocedí del miedo. Mi espalda impactó la puerta tan fuerte, que estuve a punto de abrirla a la fuerza. Una tensa cadena resonó, deteniendo al monstruo a solo unos cuantos pasos de distancia de mí. El monstruo estaba babeando, mirándome ferozmente, con sus poderosas patas frontales arañando el aire.
La puerta detrás de mí chirrió al abrirse. Un guardia riéndose con burla me inspeccionó, y luego agregó decepcionado: “Seco como un hueso. ¿Era tan difícil que te jodieras? Ahora he perdido una pieza de oro.”
“Imbécil.” Me las ingenié.
El guardia se rio a carcajadas y saludó con la mano a alguien hacia el lejano final del corredor: “Tira hacia atrás a tu perrito, ¿seh?”
Un engranaje chilló. La cadena se tensó al jalar de nuevo, arrastrando al sabueso de vuelta a las profundidades de la mazmorra. La criatura forcejeó, siseando, enviando chispas y pedazos voladores de piedra de donde sus garras se atascaban en las baldosas del piso.
Un toque de esas garras y estarías de vuelta en primera base, tan bien conocido como tu punto de spawn. Esa era una idea. Di un paso hacia adelante, pero una mano enguantada me hizo retroceder de un tirón.
“Ni siquiera pienses acerca de ello… Inmortal. No eres el primer listillo por aquí. El perrito ha sido entrenado para mesurar sus hábitos alimenticios. Comenzará cortándote un brazo o una pierna, luego te dejará como si estuviera esperando por la ronda matinal del clérigo. Nadie te dejará morir estando nosotros. Ni siquiera lo intentes.”
Buen consejo. Dibujé una línea mental a unos cuantos pies de distancia desde la puerta. Luego miré alrededor. No estaba mal del todo. La celda estaba seca, con un catre decente, un colchón y una sábana un poco gruesa. Un jarro de agua y un pote para mear con una tapadera. En un hotel egipcio esto pasaría por una estrella y media. Olvídenlo. Estaba bastante bien.
“¿Cuándo es la hora de la comida?” Le pregunté al guardia ocupado con los barrotes.
“Dos veces al día. Papilla y agua. No ganarás mucho peso, eso de seguro. Pero si lo pides amablemente, puede que consigamos acordar algo para ti de la posada de al lado. Aunque necesitas ordenar porciones grandes. Tres cuartas partes no pasarán el cuarto de guardias, si sabes a lo que me refiero.”
“Recordaré eso. Muy bien, jefe. Tiempo de encerrarme. Necesito algo de descanso.”
Finalmente, el frenético día sin fin se acabó. Estaba totalmente fatigado. Tiré la maleta sobre el piso, me saqué las sandalias, los brazaletes y la camisa, me salpiqué algo de agua y me quedé dormido en el momento en que mi cabeza tocó el colchón. Se sintió como el lecho de plumas de un rey.
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